Varias causas xudiciais abertas e centos de imputados e testigos chamados a declarar. Esa é a realidade desde hai anos na cidade de Lugo. En todas elas un denominador común: políticos e empresarios baixo sospeita de supostos delitos de corrupción. Na convicción de loitar contra o silencio, contra a omertá declarada ao respecto por algúns partidos, Esquerda Unida alza a voz para loitar contra esa lacra social que é a corrupción.

lunes, 17 de febrero de 2014

EL HOMBRE QUE LO COGÍA TODO
Liñares se llevó teléfonos de la basura y una caja fuerte de cien kilos

Xosé Carreira / LA VOZ 
16 de febrero de 2014

Las larguísimas declaraciones prestadas por Francisco Fernández Liñares ante la jueza Pilar de Lara tuvieron momentos intensos y claves para la investigación, pero no estuvieron exentas de situaciones de cierta distensión en las que no faltaron las carcajadas. Uno de esos momentos fue el relacionado con una caja fuerte que el exconcejal lucense tenía en su domicilio de «abajo», que era su chalé del barrio de A Ponte. Se reproduce a continuación el diálogo, en el que intervienen el imputado, el fiscal del caso, Jesús Álvarez, y la jueza.

Jesús Álvarez. ¿Trajo usted mobiliario de la Confederación Hidrográfica para su casa?

Fernández Liñares. Asesorado por mi secretaria, que era muy buena, traje libros que mandaban por Navidad con nombre personal. Dejé quedar los que ponían presidente.

J. A. ¿Una caja fuerte, por ejemplo?

F. L. ¿De la confederación?

J. A. Sí.

F. L. ¡No! Pesa 500 kilos y no hay manera de sacarla. Tendría que ser con una grúa. Nunca entré en ella. No tenía llave.

Pilar de Lara. ¿De dónde sacó la caja fuerte que tenía en su domicilio de A Ponte?

F. L. De Agricultura, cuando hubo el traslado de la estación de Martínez, hace veinte años.

Liñares se estaba refiriendo a que fue funcionario de Agricultura cuando este organismo tenía su sede en un piso situado en la Ronda da Muralla lucense. Allí estuvieron muchos años las dependencias de diversas delegaciones hasta que finalmente fueron trasladadas al edificio administrativo de la Xunta y a otras dependencias.

Fernández Liñares. Hay una costumbre que no participo de ella, la verdad. Es por ese amor que tengo a las antigüedades. La gente tira cosas. No sé si se dieron cuenta -hacía referencia al momento en que hicieron los registros en sus domicilios- de que tengo varios teléfonos de estos que se llevaban hace veinte años, de color gris. Los tenía en un armario. Bueno, pues ¡estaban en una papelera! Yo los cogí. Hay uno negro, que funciona, que lo compré en un anticuario. ¡Me acuerdo como si fuera hoy!

Pilar de Lara. ¡Había tantas cosas...!

F. L. Y la caja fuerte la iban a tirar para un chatarrero. La llevé con la llave y la combinación escrita en un papelito y la perdí. Lo sentí mucho, ja, ja, ja, porque no se puede abrir ni cerrar,

P. L. ¿Cómo la trajo?

F. L. En un coche, con la ayuda de un amigo. Nos dio mucho trabajo. La tiré allí y allí lleva 15 o 18 años. Yo cojo todo, todo lo que hay lo cojo. Je, je, je.

P. L. Que coge, ya nos hemos dado cuenta... Ja, ja.

F. L. Yo tengo un cuñado que hubo una época en la que le dio por andar por los contenedores de basura y una vez encontró una pluma de oro, ja, ja, ja. A mí me falta poco para hacer lo mismo. Todas las cosas viejas las cojo.

P. L. No le voy a preguntar el nombre de su cuñado. ¿Dónde compraba las antigüedades?.

F. L. A -parece decir Ángel de Xudán, o algo similar-. A un paisano que tiene allí unas palleiras llenas de trastos y muebles y tenía muchos relojes.

P. L. ¿No le daba facturas?

F. L. No.

P. L. ¿Cuánto gastó?

F. L. Tengo... treinta relojes, a una media de unos 300 euros y los de pared unas 100.000 [pesetas].

P. L. ¿Y los aparadores?

F. L. Los compré allí.

P. L. ¿Y de dónde los sacaba él? F. L. Los buscaba por toda España.

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