En el comedor del Queen's se exponía frecuentemente la mercancía para que la compraran las mujeres
La Voz. Xosé Carreira 7/2/2010
Además de los que fueron detenidos y encarcelados, los investigadores de la operación Carioca no descartan que más miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad estuviesen dentro de la trama, obteniendo beneficios a consta del lucrativo negocio de la prostitución. Este es un aspecto que está siendo investigado en el club Queen's, que era el centro de operaciones del grupo que la jueza del caso trata de desmantelar. Cabe la posibilidad, según algunas fuentes, de que algún agente tuviese negocios paralelos que funcionaban al amparo de la casa de alterne de O Ceao. Venderían joyas y ropa, entre otros artículos.
Aunque este tipo de comercio no sería más que un pequeño aspecto dentro del entramado, la jueza María del Pilar de Lara está dispuesta, según informaciones, a poner boca arriba las cartas para demostrar que quienes estaban detrás del negocio del alterne lo tenían todo bien atado. Aparentemente, las supuestas ventas secundarias en los clubes por parte de los agentes parece que sería complicado atribuirles un ilícito penal, sin embargo algunos letrados apuntan que no era descartable que la jueza buscase un delito de negociaciones prohibidas a funcionarios, amparándose en artículos que van del 439 al 444 del Código Penal. Este tipo de delitos en los que pueden incurrir los funcionarios conllevan penas de multa y, lo más importante, de inhabilitación para ejercer la profesión durante un tiempo que va de 1 a 4 años, dependiendo de la gravedad del hecho.
Quienes conocen, simplemente por encima, el funcionamiento del Queen's, aseguran que uno de los negocios establecidos dentro del local era el comercio de joyas del que se ocupaban personas que estaban relacionadas con José Manuel García Adán y con el policía local Ramón Vázquez Río, ambos en prisión como consecuencia de las investigaciones.
En la cocina, pelando patatas
De hecho, era frecuente que algunos hombres que acudían al local y ayudaban en la cocina, entre otras tareas a pelar patatas para las comidas y a realizar otros cometidos, organizasen en el mismo comedor, al lado de la mesa usada por las mujeres, una pequeña exposición de joyas para que las empleadas tuvieran la ocasión de verlas y de comprarlas. En el Queen's había de todo para que las mujeres no tuvieran la necesidad de salir al exterior. Así, quienes se consideraban sus dueños no corrían el riesgo de que se les escapasen o incluso de que no se fueran de la lengua. Pretendían que todo estuviera bajo control y realmente lo estaba porque ellas no tenían en su poder, supuestamente, ni el pasaporte ni tampoco el billete de vuelta a sus países que estaba abierto por 90 días.
Los investigadores están tirando del hilo para determinar qué personas vendían las joyas y si tenían algo que ver con las fuerzas y cuerpos de seguridad, máxime teniendo en cuenta que ya tienen confirmado que era frecuente la presencia de algunos agentes en el local. De hecho, los comentarios de que había aparcados coches policiales en el club llegaron a ser por momentos frecuentes y quienes se percataban de esta situación no entendían las razones por las que las autoridades no tomaban cartas en el asunto.
Expertos en cuestiones relativas a la prostitución y al mundo de los clubes nocturnos aseguraron que el negocio de venta de joyas es habitual y lucrativo. Algunos joyeros viven, y además bien, de recorrer los locales y de vender su producto a las mujeres de la noche. En el Queen's, sin embargo, parece que la puerta estaba cerrada a estos profesionales porque este negocio lo llevaban desde dentro o personal externo, pero afín al supuesto jefe, José Manuel García Adán.
Las mismas fuentes apuntaron que en la provincia hay dos o tres joyeros que son los que asumen la venta en los burdeles. Recordaron, a su vez, el caso de uno de ellos que fue víctima de un valioso robo en un club de alterne de A Mariña.
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