EL INDUSTRIAL CONSIGUIÓ LA RESIDENCIA ANDORRANA RECIENTEMENTE
La Voz 28/5/2011
El empresario Jorge Dorribo consiguió recientemente la residencia andorrana, una figura diferente de la nacionalidad, para lo que necesitaría haber residido efectivamente en el Principado durante 20 años o casarse con una persona que ya la tuviera y que le abriría el camino para montar negocio sin la necesidad de contar con un prestanombre. Dorribo tuvo que recurrir a esta figura para poder montar la sociedad Saltut Innovación 12, que está a nombre de su hija Antea, de Carlos Monjero, de Javier Rodríguez, ambos de Proitec, del prestanombre andorrano, de un abogado del Principado y de otros dos empresarios de Lugo.
Preparando la marcha
Todos los indicios apuntan a que Jorge Dorribo estaba preparando su desembarco definitivo en Andorra, donde tenía pensado, según todos los indicios, trasladar la parte económica y administrativa de sus negocios. En algunos círculos se especula con la posibilidad de que, ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos en Lugo, con una nube de acreedores asediándolo constantemente, decidiera cambiar de residencia hacia un país con una fiscalidad más favorable para su actividad económica.
Dorribo, por lo que se ve ahora llevaba meses preparando el traslado. Según algunas fuentes, además de seguir exportando a países árabes y africanos, pretendía, o al menos eso decía a sus allegados, iniciar una incursión en el mercado europeo.
Antrax
La presencia de los medios de comunicación ante la sede de Laboratorios Asociados Nupel no fue algo exclusivo coincidiendo con la detención de Dorribo. Unos años antes, en octubre de 2001, fue el centro de atención por una carta con una sustancia de color blanco que alguien desconocido depositó por debajo de la puerta, en plenos ataques terroristas islámicos. Cinco trabajadores que habían estado en contacto con ella recibieron tratamiento químico-prolifactico contra el ántrax.
En aquellos días se había especulado que la venta de medicamentos a los países islámicos podría estar detrás de la carta. La hipótesis se desbarató por sí sola una vez que se constató que el contenido del sobre era fruto de una broma de dudoso gusto.
La Voz 28/5/2011
El empresario Jorge Dorribo consiguió recientemente la residencia andorrana, una figura diferente de la nacionalidad, para lo que necesitaría haber residido efectivamente en el Principado durante 20 años o casarse con una persona que ya la tuviera y que le abriría el camino para montar negocio sin la necesidad de contar con un prestanombre. Dorribo tuvo que recurrir a esta figura para poder montar la sociedad Saltut Innovación 12, que está a nombre de su hija Antea, de Carlos Monjero, de Javier Rodríguez, ambos de Proitec, del prestanombre andorrano, de un abogado del Principado y de otros dos empresarios de Lugo.
Preparando la marcha
Todos los indicios apuntan a que Jorge Dorribo estaba preparando su desembarco definitivo en Andorra, donde tenía pensado, según todos los indicios, trasladar la parte económica y administrativa de sus negocios. En algunos círculos se especula con la posibilidad de que, ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos en Lugo, con una nube de acreedores asediándolo constantemente, decidiera cambiar de residencia hacia un país con una fiscalidad más favorable para su actividad económica.
Dorribo, por lo que se ve ahora llevaba meses preparando el traslado. Según algunas fuentes, además de seguir exportando a países árabes y africanos, pretendía, o al menos eso decía a sus allegados, iniciar una incursión en el mercado europeo.
Antrax
La presencia de los medios de comunicación ante la sede de Laboratorios Asociados Nupel no fue algo exclusivo coincidiendo con la detención de Dorribo. Unos años antes, en octubre de 2001, fue el centro de atención por una carta con una sustancia de color blanco que alguien desconocido depositó por debajo de la puerta, en plenos ataques terroristas islámicos. Cinco trabajadores que habían estado en contacto con ella recibieron tratamiento químico-prolifactico contra el ántrax.
En aquellos días se había especulado que la venta de medicamentos a los países islámicos podría estar detrás de la carta. La hipótesis se desbarató por sí sola una vez que se constató que el contenido del sobre era fruto de una broma de dudoso gusto.
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