UN ÚNICO GUARDIA HACÍA LOS ATESTADOS
La Voz 6/6/2011
En el escrito, supuestamente desatendido por parte de los mandos, sus autoras explican, basándose en los comentarios que les efectuaron, que el cabo Armando siempre remitía al servicio de inmigrantes de Cáritas Lugo a prostitutas que tenían una información errónea sobre la condición de testigos protegidas. Creían que iban a legalizarles su situación en España, solo por tener una simple diligencia policial. Todas ellas, según el informe, tenían el número de teléfono particular del cabo.
En el documento, las guardias cuentan el caso de una extranjera que quería dejar de trabajar en un club y no lo hacía porque la madame la amenazaba con que si lo hacía se encargaría de que su amigo Armando, al que atribuía falsamente las funciones de jefe de Extranjería, la expulsaría del país. La meretriz creía las amenazas porque, supuestamente, el guardia acudía al club, elegía a la chica que quería y el servicio sexual lo pagaba la dueña.
Las denunciantes hicieron llegar a sus superiores que casi todas las investigaciones relacionadas con la prostitución fueron iniciadas por el cabo Armando y nunca, durante los horarios de oficina, se presentaba ninguna prostituta para denunciar. Únicamente venían cuando estaba dicho agente.
Además, dice el escrito, muchos de los atestados fueron realizados única y exclusivamente por el agente que en aquel momento hacía las funciones de instructor. Como tal, no requería a las verdaderas especialistas en cuestiones relacionadas con mujeres y menores que estaban en la unidad.
La Voz 6/6/2011
En el escrito, supuestamente desatendido por parte de los mandos, sus autoras explican, basándose en los comentarios que les efectuaron, que el cabo Armando siempre remitía al servicio de inmigrantes de Cáritas Lugo a prostitutas que tenían una información errónea sobre la condición de testigos protegidas. Creían que iban a legalizarles su situación en España, solo por tener una simple diligencia policial. Todas ellas, según el informe, tenían el número de teléfono particular del cabo.
En el documento, las guardias cuentan el caso de una extranjera que quería dejar de trabajar en un club y no lo hacía porque la madame la amenazaba con que si lo hacía se encargaría de que su amigo Armando, al que atribuía falsamente las funciones de jefe de Extranjería, la expulsaría del país. La meretriz creía las amenazas porque, supuestamente, el guardia acudía al club, elegía a la chica que quería y el servicio sexual lo pagaba la dueña.
Las denunciantes hicieron llegar a sus superiores que casi todas las investigaciones relacionadas con la prostitución fueron iniciadas por el cabo Armando y nunca, durante los horarios de oficina, se presentaba ninguna prostituta para denunciar. Únicamente venían cuando estaba dicho agente.
Además, dice el escrito, muchos de los atestados fueron realizados única y exclusivamente por el agente que en aquel momento hacía las funciones de instructor. Como tal, no requería a las verdaderas especialistas en cuestiones relacionadas con mujeres y menores que estaban en la unidad.
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