INVESTIGAN SI EL JEFE DE LA CARIOCA FINANCIÓ UN EQUIPO DE FÚTBOL FORMADO POR POLICÍAS
Los indicios apuntan a que García Adán trataba de «comprar» como fuera a agentes del orden
Los indicios apuntan a que García Adán trataba de «comprar» como fuera a agentes del orden
La Voz 5/12/2010
Comprar a miembros y cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Ese era uno de los objetivos preferentes de algunos de los dueños de los burdeles implicados en la trama Carioca, que está siendo objeto de una profunda investigación actualmente. Ahora, la jueza parece que trata de confirmar lo que en diversos ambientes parece ser un secreto a voces: la financiación de un equipo de fútbol integrado por policías de la comisaría de Lugo por parte del cabecilla de la trama, José Manuel García Adán.
La magistrada, según algunas fuentes, preguntó por dicho asunto a alguno de los policías, pertenecientes a la comisaría, en los últimos interrogatorios. La colaboración del presunto proxeneta con los policías, de confirmarse, aún no teniendo un claro encaje penal, demostraría que Adán no solo no quería sino que presumía de tener de su mano a los policías y también a los guardias civiles.
La financiación de los proxenetas de ciertas actividades a algunos agentes no es asunto nuevo. No hay que olvidar que recientemente fue llamado a declarar como imputado un guardia civil que tenía un equipo de motociclismo. En las carreras en las que competía con su motocicleta de 600 centímetros cúbicos lucía la publicidad del Colina y el Queens, dos de los establecimientos que estarían relacionados con José Manuel García Adán. De todos modos, algunas fuentes dejaron claro que al guardia le imputaban otra serie de delitos.
Tampoco se quedó a la zaga el responsable del Eros, local convertido en cenizas como consecuencia de los sucesivos incendios provocados que afectaron al mismo. En su momento colaboró en la recuperación de los combates de boxeo durante las fiestas de San Froilán. No se privó de llevar al recinto y al ring a mujeres que podrían tener alguna relación con el club de Garabolos.
En cuanto a la financiación del equipo de fútbol de los policías, la jueza parece que se interesó por conocer si hubo una cuantía económica directa, quién la recibió, cuál fue su importe y, sobre todo, si este pago se efectuaba de forma periódica. Algunas fuentes también precisaron que cabía la posibilidad de que el apoyo no fuese económico de forma directa sino con la financiación de material deportivo.
Al parecer, los investigadores y la jueza consiguieron evidencias más que suficientes para poder confirmar plenamente cómo se movían los proxenetas. Si tenían que financiar actividades deportivas, lo hacían; si era preciso invitar a copas o a sexo a los funcionarios, también estaban dispuestos; si les pedían subvencionar programas de fiesta, también. Todo esto no era gratis. Quien recibía el apoyo tenía que pagarlo después y la forma de cotizar no era más que haciendo la vista gorda o bien directamente o bien pidiendo a terceros. No es de extrañar, pues, que las redadas en los establecimientos fueran mínimas o con escasos resultados cuando se hacían. Los dueños de los locales sabían previamente lo que iba a suceder, y muchas mujeres, también.
Las que tenían problemas con los papeles para estar legales en España los conseguían por la puerta de atrás. En este selecto grupo solo entraban aquellas que valían la pena para los proxenetas.
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