Son ustedes, que ven cosas raras
Carmen Uz / El Progreso
31/03/2014
O MÁS ESCANDALOSO que tiene el escándalo es que uno se acostumbra».
Alguien recuperó estos días en las redes sociales la frase de la
polifacética novelista francesa Simone de Beauvoir, filósofa, como el
alcalde José López Orozco, y cuya frase va que ni pintada a lo que estos
días sucede en Lugo. Y esa idea parece ser lo que guía la estrategia de
defensa social y política del regidor y su gente, que en un
incomprensible ejercicio de inmolación se han pasado la semana tratando
de disfrazar de normalidad una conversación en la que una persona exige a
Orozco un puesto de trabajo en el Concello, dando a entender que se lo
debe, y el alcalde reconoce que tiene un compromiso con él y le habla de
múltiples posibilidades, en empresas que trabajan para la
administración local, en la futura empresa del agua y hasta convocando
una oposición cuando pueda.
Orozco se empeñaba ayer en decir que las cosas no
siempre son lo que parecen, y hasta se atrevía a compararlo con la falsa
caída al mar de un avión en Canarias esta misma semana, una salida que
uno no sabe si aplaudir porque constata una vez más el animal político
que tiene Lugo de alcalde, por muy corneado que esté, o levantarse y
gritar: «Recochineo no, por favor».
Porque se mire por donde se mire, la conversación
grabada no deja lugar a dudas. Es cierto que, después de eso, Camilo
Bargueiras no volvió a trabajar para el Concello, ni directamente ni a
través de empresas. Pero trabajó antes, cinco años como policía interino
y cerca de dos en el parque móvil, procesos para los que, según
declaró, le pasaron las preguntas por indicación de Orozco. Por
supuesto, el alcalde lo niega, y ayer volvió a expresar su confianza en
las personas que conformaron los tribunales.
Aunque sería razonable pensar que tremendas
acusaciones son producto del cabreo por no haber conseguido lo que se
pretendía, la entrevista entre el alcalde y Bargueiras habla por sí
sola. Orozco no parece nada incómodo, ni siquiera cuando el demandante
le habla de que la razón de no haber aprobado la oposición para agente
de movilidad es que no había dado dinero. Tampoco cuando Bargueiras
intenta explicarle «la historia», «las amenazas», lo mal que lo ha
pasado, una historia que Orozco le pide que se ahorre porque ya la sabe,
dice. Cualquiera que conozca a Orozco lo reconoce perfectamente en ese
«Carmela, tú que eres la memoria histórica del Concello...» o cuando
intenta llevar a su terreno al exigente interlocutor -«Bargueiras
pequeño», le dice-, con el que tiene «un compromiso» que quiere cumplir,
dice. En realidad le está toreando. Ya decía el inefable Liñares que
«Orozco convence, pero luego te engaña y no cumple».
De la conversación también se desprende que Bargueiras
no era un peticionario cualquiera. Quizás tenía algo que ver su
militancia en el PSOE, que no escondía. Llegó a asistir a alguna
asamblea de partido. El joven era exigente, parece que no le valía un
‘simple’ contrato de seis meses en una empresa. «¿No hay otra cosa?»,
pregunta. Quería asegurarse un puesto de verdad, de los de por vida...
Hace fuerza sabedor de que el alcalde se siente en deuda, como el propio
Orozco viene a reconocer en ese compromiso que quiere cumplir. La
incógnita es por qué. Dice que no ha pagado, pero desde luego esa
exigencia en alguien que va a pedir que le enchufen no parece normal. El
alcalde insiste en que las cosas no siempre son lo que parecen. Pero a
veces sí lo son. Y si no lo fueran, tampoco resulta comprensible su
huida hacia delante. Ya se sabe aquello de que además de ser honrado
conviene parecerlo.
Por eso es igual de inexplicable que Luis Álvarez,
alcaldable en potencia además de portavoz del gobierno, fuera el primero
en dar la cara y se prestara a intentar justificar lo injustificable.
Aunque si en algo acertó es en decir que los políticos no son diferentes
al resto de ciudadanos. Ahí dio. Si existe el enchufismo es porque para
mucha gente sigue siendo una práctica aceptada y a la que recurriría si
tuviera ocasión. Y es eso lo único que quizás pueda salvar a Orozco.
Estos días la ciudad está llena de personas escandalizadas por la
grabación, pero también se escuchan todo tipo de justificaciones. Desde
que es un alcalde accesible, que escucha y si puede ayuda; que eso le ha
pasado por su bonhomía; que el hecho de haber sido grabado habla a las
claras del tipo de persona que es Bargueiras; que está siendo objeto de
una persecución; que cargos de otros partidos han enchufado igual o
más... Seguramente algo de verdad hay en todas esas afirmaciones, pero
en el fondo no son otra cosa que excusas para no admitir las vergüenzas
de una sociedad que está en las manos de todos cambiar.
Por primera vez, Orozco planteó irse
Por mucho que insista en lo contrario, Orozco sabe que
la divulgación de esa grabación lo ha cambiado todo. Y por eso, quizás
por primera vez en la larga historia de sobresaltos judiciales que
arrastra, llegó a plantear a su núcleo duro que lo dejaba. Su cara en la
bancada del Parlamento, donde asistía al debate sobre la ILP del Hula
después de que trascendiera la conversación con Bargueiras, lo decía
todo. Cuentan que de vuelta a Lugo reunió a su gente en una especie de
gabinete de crisis, pero decirle a la cara a tu jefe que es el momento
de dejar paso no es fácil y todo el mundo cerró filas con un alcalde al
que, por otra parte, tampoco desean que se vaya así. Por mucho que haya
quien no quiera verlo, Orozco hizo una labor por Lugo que, aun siendo
mejorable, todo lo es, está ahí. La pena es que probablemente ya nada
podrá hacer para quitarse de encima las sombras que tiene sobre él.
Sombras que en su partido se empeñan en no querer ver, salvo algunas
facciones (próximos a UGT, por ejemplo). Personas que ven cosas donde no
las hay, diría Orozco.
Castiñeira tuitea desde O Hórreo el día de la peor crisis de Orozco
SI DIFÍCIL ES de entender la salida del gobierno local
ante las crisis provocada por la divulgación de la grabación de Orozco,
más lo es todavía la actitud del portavoz del PP, Jaime Castiñeira. El
día en que su rival a batir vivía su momento más crítico como alcalde,
el portavoz popular se limitaba a tuitear sobre la situación desde el
Parlamento gallego. Por mucho que se escude en que tiene un gran equipo,
y asumiendo que como diputado también tiene que cumplir con la Cámara,
no se entiende que en un asunto de tal calibre él estuviera ausente. De
haber estado y dado la cara como lo hizo al siguiente día probablemente
se hubiera ahorrado el monumental cabreo que le produjeron las palabras
de la nacionalista Paz Abraira, que le acusó de corrupto y reiteró que
ni en su última día sobre la tierra se uniría al PP en una moción de
censura. Estas son justamente las situaciones por las que, dentro y
fuera del PP, hay quien piensa que Castiñeira no quiere ser alcalde de
Lugo.
El BNG, como el perro del hortelano, ni con Orozco ni contra él
AL BNG LE PASA como al perro del hortelano, ni está
con el alcalde ni está contra él. Con la vehemencia que la caracteriza,
la portavoz municipal, Paz Abraira, salió al paso de la grabación de
Orozco advirtiendo de que, si el socialista no se va ni le echan, el BNG
no se iba a quedar quieto. Dado que los nacionalistas se niegan a
apoyar al PP en una hipotética moción de censura -que ahora los
populares descartan-, Abraira apuntó a una especie de cordón sanitario
para aislar a Orozco. Pero al día siguiente matizó sus palabras. El BNG
considera que no puede negar su voto a cuestiones que pueden resultar
buenas para la ciudad. Sería incongruente, dice. Simplemente no volverá a
sentarse con él, ni con ningún otro miembro del gobierno, en lo que
queda de mandato. Lo que no quiere decir que, cuando al pleno vaya un
asunto con que el BNG concuerde, no lo vaya apoyar. El problema es que,
si considera que tanto daño está haciendo Orozco a la ciudad, tampoco es
muy congruente permitir que siga siendo alcalde.
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